Decidí leer este ensayo porque me lo recomendó una de las
personas más brillantes e inteligentes que conozco, con la que comparto
bastantes gustos en la ficción y porque necesitaba leer algo que fuera en
cierta medida un reto intelectual. Sabía que iba a ser una lectura más difícil
que si me estuviese leyendo un libro de ficción, pero lo he afrontado desde las
ganas de adquirir más conocimiento sobre un tema del que, por desgracia, sabía
menos de de lo que pensaba.
Chavs es el término despectivo por el que los ingleses se
refieren a los de clase trabajadora. Por las descripciones que aparecen en el
libro, creo que el equivalente sería cani o choni: alguien sin estudios, sin
poder optar a trabajos cualificados, que vive en barrios marginales y viste con
ropa deportiva barata.
El libro analiza desde varios puntos qué ha pasado con la
clase trabajadora, que hace pocas décadas tenía su prestigio y sus trabajos
eran vistos como necesarios, y poco han ido pasando a la categoría de
¿esclavos? Casi se espera que los más pobres roben, defrauden a Hacienda y no
quieran trabajar cuando la realidad actual es que no hay trabajo. Ni en UK ni
en España, porque aunque el libro trata el tema desde el punto de vista del
Reino Unido, hay tantísimos paralelismos a la situación actual española, que
podría estar describiendo nuestro país.
Me ha gustado mucho la forma de exponer los problemas,
capítulo a capítulo va analizando un tema en cada uno: cómo trata la prensa a
la clase trabajadora, qué han hecho los políticos, qué ha pasado con el
trabajo, etc.
Es curioso que se culpe a los chavs de ser unos vagos y no
querer trabajar cuando poco a poco han ido destruyendo sus oportunidades
laborales. Durante los años 80, hubo una crisis similar a la actual pero con
las fábricas en vez de los bancos como protagonistas. Entonces dejaron que las
fábricas se hundieran y se las llevaran a otros países para contratar mano de
obra más barata. A los bancos, no. A los bancos se les insufla la cantidad de
dinero que sea necesaria y no nos damos cuenta de que son empresas al igual que
las fábricas y que si están mal gestionadas, alguien tiene que pagar esas
consecuencias (como en Islandia, por
cierto, donde no rescataron a los bancos, encarcelaron a los culpables y están
considerablemente mejor que nosotros).
Hay situaciones que verdaderamente cabrean. Se les exige a
los de abajo que hagan esto o lo otro, o se les culpa de defraudar al estado,
cuando el verdadero problema está arriba.
Es una lectura que me parece obligatoria estos días. No es
muy ardua, Jones se ha preocupado de que resulte asequible, y no un aluvión de
datos y más datos, así que no hay excusa. Hay temas que tenemos que conocer
porque son parte de nuestro día a día, y el que trata este libro, es uno de los
más importantes.
En definitiva: que hacer caso de las recomendaciones de mi
brillantísima amiga es una decisión más que acertada.