Este verano me leí La última canción, de Nicholas Sparks y me quedé con muchas ganas de ver la película, sobre todo al saber que fue el propio autor quien escribió primero el guión y posteriormente la novela.
He visto recientemente la versión cinematográfica y os puedo confirmar (aunque ya lo adelantaba en la reseña de la novela) que Miley Cyrus no es Ronnie, por mucho que se escribiera el libro sabiendo que ella interpretaría al personaje.
Dirigida por Julie Anne Robinson y protagonizada (además de, como he dicho, Miley Cyrus) por Greg Kinnear, Kelly Preston y Liam Hemsworth, La última canción es una película que casi no sirve ni para pasar el rato.
No suelo ser demasiado exigente con este tipo de películas, pero la sobreactuación de la Cyrus (que pasa la primera parte de la película con cara de estreñida), unida a la inexistente química entre los protagonistas, o a que en el guión eliminaran partes tremendamente importantes de la trama, hace de esta película un sinsentido de 107 minutos, donde nos tenemos que creer que Miley es una adolescente problemática sólo porque frunce el ceño.
Como digo, le falta trama, se centra única y exclusivamente en la historia de amor entre Ronnie y Will, pasando muy por encima por personajes y situaciones que en el libro son importantísimos. Además, han destrozado el, para mí, perfecto final de la novela, recurriendo al sentimentalismo facilón.
Me suelen gustar este tipo de películas, y no soy, como digo, demasiado exigente (me lo pasé pipa con High School Musical, aunque no defenderé su calidad, que sé lo que estaba viendo), pero este film ha sido una total y absoluta decepción. Si os llama el argumento, casi os diría que os leáis el libro.
Aunque como para gustos, los colores, tampoco soy quién para impediros verla. Eso sí, tiene mérito que el guionista sea el autor de la novela y la película no le llegue ni a la altura del zapato, sobre todo porque fue primero el guión y no al revés.