Os traigo la segunda de las tres entregas que compondrán esta sección. La primera la podéis recordar
aquí.
Esta vez, el texto estaba dedicado a la novela fantástica juvenil, y, lo comparto con vosotros sin retocar ni una coma. Espero que os guste:
He pasado la infancia leyendo novelas
de adultos... Recuerdo que son muchos los libros dejados a medias
porque no los entendía, al haber intentado leerlos con 11 años... o
incluso menos. El motivo: por aquella época había dos tipos de
novelas: infantil y adulto. Las novelas juveniles vinieron más
tarde, y ahora, que se supone que debería leer textos serios y
“elitistas”, disfruto igualmente de un buen Tolstoi como de un
buen Potter. Asimismo, en este breve repaso, prefiero centrarme en la
fantasía, que es el tema que más domino.
No considero que haya nada de que
avergonzarse, puesto que muchas de estas novelas “juveniles”
están a caballo entre la infancia y la madurez, como es el caso de
la saga de magos más famosa del momento: las aventuras de Harry
Potter. Las películas no han sabido captar la esencia de esta serie
de 7 novelas, teóricamente dirigidas a niños, pero cuyo desenlace
final es tan oscuro, violento y sombrío, que resulta difícil pensar
que su autora se dirige a niños de 11 años. No obstante, habiendo
leído ya la serie completa, incluida la última novela de la saga,
tengo que admirar profundamente la inteligencia de J.K. Rowling, que,
queriendo o sin querer, ha creado una mina comercial; diseñada
específicamente (o al menos eso parece) para que los niños queden
enganchados a sus novelas desde el principio y vayan leyendo una tras
otra según van creciendo. No sé si será cierto el rumor de que
están escritos por guionistas y que J. K. Rowling es una actriz que
encarna a la tierna escritora que produjo sus primeros libros sentada
en pubs ingleses con su bebé porque no tenía dinero para pagar la
calefacción. Pero, indiferentemente de si es o no una persona la que
escribió las novelas o un grupo de ellas, el acierto es máximo.
No se puede decir lo mismo de la saga
americana de vampiros, escrita por Stephanie Meyer, que publicitan
como la competencia a las aventuras del mago inglés. Así como las
aventuras de Potter se basan en la lucha del bien contra el mal,
admitiendo entre sus lectores ambos sexos; la saga que de momento
incluye los títulos de Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse,[1] nos relata
una historia de amor, edulcorada y algo floja, de una mortal con un
vampiro. Asimismo, en el tercer libro se advierte cierto plagio a las
Crónicas de Idhún de nuestra Laura Gallego García,[2] del que hablaré
más tarde.
La verdad es que la Meyer debería
haberse contentado con hacer la trilogía, porque sus novelas van
perdiendo fuerza según avanza la trama y pretende sostener durante 7
novelas (según los rumores que la sitúan como competidora de J.K.
Rowling) una historia de amor que se cae por su propio peso en el
segundo libro, y no digamos en el tercero, cuando pretende crear un
extraño triángulo amoroso entre mortal, vampiro (sangre fría) y
hombre lobo (sangre caliente). Hubiera sido mucho más interesante
que el hombre lobo quedara sólo como amigo...
Retomando el presunto plagio de una
escritora americana a una española, Memorias de Idhún nos cuenta
una historia de amor, otro triángulo amoroso entre humanos con almas
de seres míticos. La chica, un unicornio; los chicos, un dragón
(sangre caliente) y un shek, una especie de serpiente (sangre fría).
Pero Laura Gallego va más allá, y nos habla de un mundo mágico que
está bajo el dominio de un tirano, al que se debe derrocar. Es
cierto que a dos de las novelas de la saga le sobran páginas y se
hacen en cierta medida, pesadas, pero no centra la trama
exclusivamente en la historia de amor, y aunque así fuera, al menos
ha tenido imaginación suficiente para inventar un ser mítico, y no
usar los clichés de que los vampiros y los hombres lobo se odian...
Actualmente son muchas las novelas
juveniles que salen a la venta, y cada vez más autores optan por las
sagas, cuando quizá deberían plantearse escribir una buena novela y
contentarse con ello.
He dejado de lado la grande entre las
grandes, El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien, no porque me
haya olvidado, sino porque ha pasado a engrosar las filas de los
clásicos, y en este tema, las palabras sobran. [3]
[1]. Nótese que esto se escribió antes de que se publicara Amanecer.
[2]. Desconozco si el plagio es tal o simplemente un sospechoso parecido.
[3]. Además, que El señor de los Anillos no es juvenil, sino para todos los públicos, diría yo (ahora, claro).